martes, 14 de junio de 2011

La almendra: Dulce afrodisiaco

La almendra, fruto del almendro (Prunus dulcis), ha sido cultivada durante más de veinte siglos en el continente africano, pero es originaria del Lejano Oriente.

Antiguos mercaderes la llevaron a Europa haciendo alarde de sus propiedades curativas, cosméticas y culinarias.


Las variedades de este fruto varían en gran medida de los países fríos a las regiones localizadas en los trópicos.

Las almendras tiene un gran valor alimenticio, ya que poseen gran cantidad de sales nutritivas, especialmente fósforo y como las otras frutas secas (avellana, nuez, etc.) contienen vitaminas, proteínas y minerales y proporciona gran energía.

Por ello, se recomienda su consumo en jugos y bebidas las cuales fortalecen los músculos y el sistema nervioso, también se indican para aumentar la energía a personas de edad avanzada.

La nuez obtenida del interior de la semilla se utiliza en la producción de cremas y aceites que ayudan a retardar la aparición de las arrugas, con las semillas molidas se prepara una pasta altamente recetada para borrar estrías, paños y manchas de la piel ocasionadas por la frecuente exposición al sol.

A la almendra se le relaciona con lo afrodisiaco desde épocas remotas. Incluso, los griegos consideraban que su origen estaba en los genitales de Agdistis. Cuenta la leyenda que Zeus se enamoró de la diosa Cibeles y, al no ser correspondido por ella, derramó su semen sobre una piedra, de la que nació el hermafrodita Agdistis.

Los dioses decidieron convertirlo en mujer, para lo cual lo castraron y después enterraron sus genitales, de los que nació un almendro.

En Italia se la utilizaba como excitante amoroso y todavía se la asocia fuertemente con la pasión y la sensualidad.

Si se consume regularmente, se dice, que contribuye a aumentar la potencia sexual y que su aroma, penetrante y ligeramente amargo, tiene la capacidad de excitar a las mujeres.

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