Los espárragos son originarios de la región norte de Asia Central y fueron introducidos a Europa alrededor del año 1245 por los mercaderes de especias.
En este continente se cultivó prontamente, en especial en la Península Ibérica, y luego se expandió al resto del mundo.
Los espárragos contiene vitaminas B y C, hierro, potasio y yodo. De allí que se considera altamente nutritivo y curativo.
Uno de los principales remedios que encontraron los antiguos naturistas para estimular el crecimiento en niños y jóvenes de baja estatura fue el consumo diario de espárragos a la hora del almuerzo.
Actualmente esta práctica se sigue dando, además se recetan como purificadores de las vías urinarias y asisten en la cura de la cistitis.
Este vegetal debe su fama de afrodisíaco no sólo a su forma fálica sino porque también ayuda a mantener un alto nivel energético. Su valor estimulante ya fue destacado por Maimónides, médico y filósofo judío nacido en la España de la Edad Media.
En la antigüedad, tanto los gtiegos, como los árabes y los romanos lo consideraban afrodisíaco. Durante el siglo XIX se les servía espárragos a los novios en vísperas de la boda para estimular el deseo y el vigor.
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