martes, 5 de febrero de 2013

¿Me conviene un hombre con hijos?

Después de mucho tiempo, te has encontrado con un hombre fabuloso, disponible (sin esposa ni pareja actual) y físicamente buen mozo, y exclamas en voz alta ¡Hasta por fin... he encontrado el hombre ideal!

Sin embargo, existe un detalle que puede que haga que cambies tu forma de pensar.  Ese hombre tiene hijos. Entonces, surge la siguiente pregunta ¿Me adaptaré a esta circunstancia?

Para una mujer sin hijos, una relación en la cual él tiene vastagos implica que los encuentros con él no serán solamente el tiempo de los dos.

Si están en la etapa de conocimiento, lo ideal es no involucrar a su pequeño en la relación. No obstante, algunas mujeres aceleran el proceso de integración porque se cansan de la excusa constante de "no podremos vernos el fin de semana porque estaré con mi hijo". 

Claro está, si el fruto de la anterior relación vive con la madre, la situación puede ser un poco más difícil de manejar y si es menor de seis años resulta más complicado aún porque la demanda afectiva es mayor.
 
De lo anterior se deriva que la etapa de conocimiento puede ser más larga y más lenta que en otras circunstancias. Pero además de las limitaciones de tiempo, también te puedes encontrar con otros inconvenientes, tales como: que no seas del agrado del niño o que quiera competir contigo por el amor de su padre (principalmente las niñas), o que el niño sea usado por la madre para llevar y traer información referente a la expareja. 

Por cierto, le corresponde a tu pareja hablarle a los suyos de su nueva relación y, por supuesto, hacer la presentación formal cuando lo crea conveniente.
 
En todo caso, lo mejor será que te mantengas al margen. Esto significa que no le preguntes al niño cosas relevantes sobre la madre o el padre; no te compares jamás con su expareja ni hables mal de ella. Tampoco asumas el rol de madre o de consejera de crianza y si lo ves muy maleducado lo mejor es que lo guíes con el ejemplo, mas no lo critiques ni lo regañes. 

La mayoría de los niños después de la separación o divorcio de sus padres se vuelven muy susceptibles, así que puedes quedar enredada en un malentendido.
 
Como parte de la empatia que los adultos procuran establecer con los niños, trata de agacharte un poco para quedar a su mismo nivel cuando le hables. Tanto a ti como al pequeño les será más fácil conectarse emocionalmente, pues a ellos les toca siempre levantar la cabeza para establecer contacto visual y ser escuchados.
 
Si logran "hacerse buenas amigos (as)", será una de las experiencias más maravillosas que puedas vivir en tu relación. Cuando los niños te involucran en su mundo, son muy receptivos a lo bueno (a nivel personológico) que tengas para ofrecerles y se esmeran por dar lo mejor de ellos; te enseñan, te actualizan, te dan cariño y se alegran de que formes parte de la vida de su padre. La clave es tener paciencia, no forzar los procesos y ser tú misma.

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